Por Martín Krause
Crítica Digital
–¿Cómo empezó la crisis?
–Podríamos explicarlo así: hay un chico de quince años que es más popular en el colegio si les presta a sus amigos los juegos de la Playstation. Entonces cuantos más jueguitos preste, mejor queda. Así que primero les presta a los amigos que son confiables. Pero en la medida que sigue extendiendo la cantidad de juegos prestados, termina prestándoles a otros que no lo son tanto. Y además, no sólo presta jueguitos propios sino del hermano y de otros amigos. Entonces viene el hermano y dice: “Che, devolveme los jueguitos”. Pero él no los tiene y sabe que no se los van a devolver. Así que está en problemas, como le pasó a Lehman Brothers, por ejemplo, y los demás bancos que cayeron.
–¿Y quiénes son estos amigos poco confiables?
–Son las llamadas “hipotecas subprime”. Mientras está bajísima la tasa de interés, los bancos se preguntan ¿y ahora a quiénes les prestamos, si ya les prestamos a todos? Entonces les empiezan a prestar a las clases medias o bajas. Pero cuando la tasa de interés sube, y por lo tanto los pagos que hay que hacer de esas hipotecas se vuelven más caros, esta gente ya no puede pagar.
–¿Y qué pasa cuando la gente deja de pagar?
–Se complica porque esas hipotecas, y otras, fueron metidas adentro de un gran paquete y vendidas en forma de bonos. Es decir: un banco presta plata y mientras la presta se dice: “Yo tengo todos estos créditos que en realidad son dinero que voy a cobrar en el futuro, por qué mejor no me lo saco de encima, se lo vendo a alguien que quiera tener este paquete y no necesite cobrar la plata ya y yo me hago de efectivo para seguir prestando más plata”. ¿Cómo lo hago? Meto muchas hipotecas adentro de un paquete y se lo vendo a otras instituciones. El problema es que después se hace difícil saber cuál de esos bonos tiene las hipotecas que no van a ser pagadas. Entonces se empieza a armar una gran desconfianza.
–¿La desconfianza genera la crisis?
–Sucede que uno se empieza a preguntar: ¿En qué paquete están las hipotecas subprime? Como no sé, empiezo a desconfiar de todos los paquetitos, entonces empiezan a venirse abajo los bonos y explota la crisis. A un adolescente grandecito podríamos explicarle que la crisis es la resaca del sábado a la noche: lo que estás sintiendo hoy es lo que te chupaste anoche en el boliche. Tomaste de más y entonces tenés este efecto.
–¿Y el chico es el que tiene la culpa por haber tomado de más? Es decir, ¿el banco que prestó de más es culpable?
–No necesariamente, porque el chico no sólo presta jueguitos que no son de él, sino que además el padre le está copiando los jueguitos en la computadora y lo alienta a que siga prestando. “¿Ah, trajiste un jueguito original?”, pregunta el padre. “Vení que yo te hago cinco copias así sos el mejor compañero”.
–¿Y el padre quién vendría a ser?
–El gobierno de los Estados Unidos y la Reserva Federal: lo que se está viendo ahora es el efecto de una política monetaria expansiva que tuvo lugar hace cuatro o cinco años. Esto quiere decir que durante este tiempo era muy barato para las personas pedir un crédito, ¿por qué? Porque la Reserva Federal bajaba la tasa de interés y había muchos billetes dando vuelta. Ahí es cuando lo bancos se preguntan qué hacemos con toda esta plata y empiezan a prestarla a lo loco.
–¿En la crisis del 29 pasó lo mismo?
–La crisis es la misma y es algo que en la Economía nosotros llamamos el ciclo económico: la Reserva Federal baja la tasa de interés para salir de la recesión anterior. Ahí la economía se recupera y se empieza a prestar plata otra vez –es decir, el chico vuelve a prestarles los jueguitos a todos– y así se arma la base de la próxima crisis porque empieza a haber inflación, empieza a haber presiones, la Reserva Federal se asusta y dice muchachos, tenemos que subir la tasa. Cuando sube la tasa, crac, los que deben plata no pueden pagar. Es como una montaña rusa que sube y baja.
–¿Podría tener las mismas consecuencias?
–La crisis del 29 pasó después de una década de fiesta y jolgorio en la que se emitían dólares de manera descontrolada porque se había empezado a abandonar el patrón oro. Antes sólo se podían hacer billetes que tuvieran su mismo valor guardado en oro en una bóveda. Eso se dejó a un lado después de la Primera Guerra Mundial porque los gobiernos querían tener flexibilidad para emitir dinero. Entonces cuando sucedió el crac se contrajo la moneda rápidamente, se hizo un aterrizaje forzoso y se estrelló la economía. Esta vez no va a suceder eso: los bancos dicen: “Bueno, se me fue la mano, pero no voy a contraer, voy a tirar más dinero”. Y ahí aparecen los salvatajes.
–¿Qué es un salvataje?
–Los gobiernos pueden salvar de dos formas. Una es: en vez de gastar en armas, en educación o en salud, ahora les da plata a estas empresas y bancos para que no quiebren. Pero están los que dicen: el problema es la gente que no puede pagar la cuota de su hipoteca. Entonces la otra propuesta es que el gobierno se quede con esas hipotecas y vea después cómo hace para cobrarles. Para eso serían los 700 mil millones que se discuten en el Congreso.
–¿Por qué los bancos no pueden quebrar como cualquier otro negocio sin causar tanto lío?
–Porque están montados en un sistema que tiene dos tipos de riesgos: el almacenero sólo tiene un riesgo comercial, que es dejar quebrar porque vende poco. Pero si cierra, no se van a venir abajo todos los almacenes. En cambio el sistema bancario sí arrastra todo porque la plata que figura en las cuentas corrientes o en los plazos fijos no coincide con la que realmente tienen los bancos, porque los bancos la prestan y todos forman parte de mismo sistema. En términos más estrictos: se está invirtiendo mucho más de lo que se ahorra.
–¿Y por qué la crisis se globaliza?
–Tiene que ver con esos paquetes en los que se meten las hipotecas y que se venden como bonos. Por ejemplo el Northern Rock, de Inglaterra, cayó porque tenía bonos de hipotecas norteamericanas.
–¿Cómo afecta a la Argentina?
–Dentro de todo la Argentina lamentablemente ha estado muy aislada del mundo, y por eso ahora tal vez eso nos ahorra un poco de problemas. Nos podría pegar si la crisis esta desata una recesión global y eso hace caer los precios de los commodities, que son esos productos que tienen un precio internacional y que se manejan en grandes volúmenes y sin marcas, como la soja, el petróleo y los cereales.
–¿Podría bajar la demanda de soja?
–Sucede lo siguiente: China hace unos 20 años decidió olvidarse del socialismo y se volvió más capitalista que Estados Unidos y empezó a crecer y crecer. Entonces los chinos ahora comen más. Y con que cada uno de los mil millones coma un kilito más de soja, por ejemplo, la demanda se vuelve fenomenal. Lo mismo pasa con India. Pero esos países crecen mucho porque exportan a los Estados Unidos y a Europa, y si Estados Unidos y Europa caen en una recesión por la crisis y empiezan a comprarles menos, China e India van a producir menos y, por lo tanto, van a tener menos plata para comprarnos soja. Ahí los precios de los commodities bajarían y nos veríamos afectados.
–¿Es el fin del capitalismo como dicen algunos?
–Imposible, porque desde que cayó el muro de Berlín no hay sistema alternativo. Por ahora es una crisis que se mantiene dentro de las políticas monetarias y del sistema bancario, y no es algo que haya llegado a la economía productiva: las fábricas siguen produciendo y eso es lo central de la economía. Pero hay un gran problema de este sistema monetario internacional que hay que conversar y resolver: el hecho de que todo el mundo esté sujeto al ir y venir de la moneda norteamericana, del dólar.
Martín Krause es doctor en Administración. Dicta clases en la UBA, en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas y en la Universidad Francisco Marroquín, de Guatemala. Realizó trabajos de consultoría para el BID y la OEA.
Via independent.typepad.com
1 comentario:
Bueno, yo a mis hijos les pondría este video que me parece un poco mas realista...
http://es.youtube.com/watch?v=ezcWNpU1HGA
Comparar a los banksters corruptos con el chico mas guai de la clase me parece un poco ingenuo...
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