lunes, 30 de junio de 2008

Las transnacionales han convertido la cooperación en una nueva área de negocios

"Nunca me han faltado razones ni ganas para militar en la izquierda alternativa, aunque, en los tiempos que corren, las ganas hay que trabajárselas cada mañana". El periodista Miguel Romero es coordinador del Área de Estudios y Comunicación de la Asociación para la Cooperación con el Sur (ACSUR)-Las Segovias, tarea que combina con sus trabajos en Viento Sur, Pueblos y Diagonal, entre otras publicaciones.


¿Piensas que hay una dependencia y control de las Organizaciones No Gubernamentales a través de los fondos públicos?

Una alta dependencia de los fondos públicos crea problemas muy serios de pérdida de autonomía para las ONG. Sin embargo, esto no habría de ser así, porque estos fondos no son propiedad de las autoridades públicas, sino que proceden de nuestros impuestos. Hay también otras dependencias de las que se habla menos, por ejemplo, la jerarquía de la iglesia católica o la rentabilidad del mercado publicitario.

A pesar de ello, parece que nos encontramos ante una creciente tendencia a la privatización de la ayuda al desarrollo.....

Esta es una tendencia que ha estado siempre presente en el mundo de la cooperación. En el estado español el punto de partida son los créditos FAD (Fondos de Ayuda al Desarrollo) en 1976 y se refuerza con el Consenso de Washington y las políticas de ajuste de los años 80. Otro hito es el año 2002, cuando el Banco Mundial lanza el instrumento fundamental de la operación: la Alianza Público-Privada (APP), que convierte de hecho a las transnacionales en el agente privado de la cooperación al desarrollo, y a la cooperación en una nueva área de negocios. Ésta herramienta está siendo adoptada por la mayoría de los países donantes y todo indica que lo será próximamente por el estado español.

-¿De qué manera participan y se introducen las empresas multinacionales en la ayuda al desarrollo?

El medio más visible es la "ayuda ligada" a la compra de bienes y servicios en el país donante. Pero esta visibilidad se convierte en un "problema" en la medida que es defendible y, por otra parte, se utiliza para favorecer a las empresas del país donante. Por ello, tiende a ser sustituida por otros procedimientos legitimados por especialistas académicos y ONG. El mejor ejemplo es la APP, que oculta la privatización de servicios públicos bajo la forma de una "gestión conjunta" entre transnacionales y gobiernos del norte y del sur.

-¿Se ha convertido la solidaridad en un próspero negocio para algunos?

Que se lo pregunten a las grandes constructoras españolas, como por ejemplo, ACS; a las empresas energéticas, como Endesa; a las de telecomunicaciones, como Telefónica; a las filiales españolas del oligopolio del agua, como Agbar...

¿Existe actualmente algún control público sobre los Fondos de Ayuda al Desarrollo? ¿A qué se dedican realmente estos recursos y quién se beneficia de los mismos?

Existen los controles públicos habituales, con una información ligeramente mejor sobre las diferentes partidas, en especial, la cantidad de ingresos por devoluciones de los créditos FAD. Los recursos forman parte de las aportaciones españolas a los Organismos Internacionales Financieros (el grupo de Banco Mundial, principalmente) y no financieros (impulsados por Naciones Unidas) y a los créditos FAD, destinados a favorecer los negocios de las empresas españolas en el exterior. En estos casos no hay duda sobre quién se beneficia. Respecto a los Organismos Internacionales No Financieros, hace falta estudiar cada caso concreto pero, en general, el uso de los fondos puede ser coherente con una finalidad solidaria.

-En Estados Unidos la filantropía de corporaciones, universidades, fundaciones y grupos religiosos ya triplica la Ayuda Oficial al Desarrollo. ¿Qué esconde este altruismo?

No tiene nada que ver con el altruismo. Es una mezcla de evasión de impuestos y márqueting, unidos frecuentemente con operaciones políticas al servicio de los intereses generales de Estados Unidos y/o de las instituciones "altruistas": Naomi Klein ha escrito textos muy interesantes sobre estos temas en relación, por ejemplo, con la Fundación Rockefeller.

-¿Ha habido una sustitución de la solidaridad internacionalista por un nuevo moralismo basado en apadrinamientos y telemaratones de famosos?

El pasado 17 de mayo se celebraron dos megaconciertos simultáneos en México DF y Buenos Aires, promovidos por la Fundación Alas, para "conciencizar" sobre la pobreza infantil en América Latina. Participaron Bosé, Sanz, Bisbal, Shakira, Ricky Martin y otras figuras, que sería muy importante enterarse de cuántos impuestos pagan y dónde. La Fundación Alas tiene entre sus patrones a dos de los megamillonarios latinoamericanos: Carlos Slim y Emilio Azcárraga; el diseño de estas inmensas fortunas sería un documento impresionante sobre la expropiación económica del pueblo mejicano. Hace falta ser muy ingenuo o muy cínico para creer que eso tiene algo que ver con la solidaridad. En cuanto a los apadrinamientos, son el producto más rentable de la "solidaridad de consumo".

-¿Existe una creciente profesionalización de las ONG y el peligro de un trabajo sometido a criterios técnicos y empresariales?

La profesionalización se presenta a veces como un sinónimo de trabajo de buena calidad y también como una superación del "activismo militante" que caracterizó los primeros tiempos de algunas ONG. Está claro que hace falta trabajar bien, pero en la acción solidaria, "trabajar bien" no incorpora sólo, ni principalmente, competencia técnica, sino también compromiso moral. No creo en la calidad de esos profesionales en la cooperación deslumbrados con el mundo de la empresa privada. Creo en la gente que sabe unir el trabajo riguroso en la oficina con el compromiso militante en la calle.

-Por último, has escrito que los Foros Sociales Mundiales y el Movimiento Antiglobalización se encuentran en una encrucijada... ¿A qué te refieres y cuál puede ser la salida?

Creo que el movimiento antiglobalización ha de plantearse el sentido de su acción política a largo plazo, en la lucha contra el capitalismo y todas las modalidades del imperialismo, como dice la Carta Fundacional del Foro de Porto Alegre. Y la encrucijada está en subordinarse a los gobiernos considerados progresistas y a los bloques políticos que encabezan; o desarrollar una política propia, autónoma, aunque con todos los puentes de colaboración, crítica, diálogo y presión que sean necesarios con esos gobiernos.

Via http://www.revistapueblos.org

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