lunes, 24 de diciembre de 2007

La historia secreta: empresas que gestaron la crisis financiera de EE.UU.

La fórmula para el desplome del mercado de las viviendas se gestó una noche en Wall Street, en torno a unos platos de comida china.
Representantes de cinco grandes bancos de inversión de Wall Street se reunieron alrededor de una mesa de madera clara una noche de febrero, hace casi tres años. Lo que conversaron mientras cenaban comida china de delivery ayudó a moldear la fórmula perfecta para un colapso del mercado de la vivienda de Estados Unidos.
El anfitrión era Greg Lippmann, entonces de 36 años, un operador de Deutsche Bank que hablaba rapidito y que aspiraba a convertir los títulos hipotecarios en una vaca lechera tan grande para Wall Street como el mercado de crédito empresario, de 12 billones de dólares.

Con él estaban Rajiv Kamilla, de 34 años, un operador de Goldman Sachs con formación en física nuclear, y Todd Kushman, de 32, a la cabeza de un contingente de Bear Stearns. También fueron invitados representantes de Citigroup y JPMorgan Chase. Casi 50 operadores y abogados concurrieron a la primera reunión en las oficinas de Deutsche Bank, en Wall Street, para definir las reglas de trading y el diseño del nuevo producto.

Esas reuniones del "grupo de los cinco", como los operadores se llamaban a sí mismos, marcaron un punto de inflexión en la historia de Wall Street y en la economía mundial.

Los nuevos contratos estandardizados que crearon les permitirían a las firmas protegerse de los riesgos de hipotecas "subprime" o de alto riesgo y a los especuladores apostar contra el mercado de la vivienda de EE.UU., mientras contribuían a abastecer la demanda de los inversores institucionales, dado el alto rendimiento de los préstamos a gente con mal historial crediticio.

Esas herramientas, también, amplificaban tanto las pérdidas que el default de un pequeño grupo de deudores hipotecarios de riesgo bastó para llevar la devastación a títulos poseídos por bancos y fondos de pensión de todo el mundo, para congelar el crédito empresario y paralizar los mercados crediticios del mundo.

Durante un tiempo, la bonanza subprime enriqueció a banqueros de inversión, prestamistas, traders, inversores, inmobiliarios y calificadoras de crédito. A miles de estadounidenses les permitió comprar casas que nunca creyeron que podían costear.

Más tarde se volvió claro que estos propietarios no podían pagar. Los defaults de hipotecas subprime hasta el momento han producido alrededor de 80.000 millones de dólares en pérdidas en títulos que los tomaban como base. El mercado para esos instrumentos es tan opaco que muchas firmas no saben bien cuánto han perdido.

Los máximos ejecutivos de Citigroup, Merrill Lynch y UBS han sido reemplazados. Para impedir una recesión inducida por la vivienda, la Reserva Federal ha bajado su tasa de referencia tres veces desde agosto y está inyectando casi 40.000 millones de dólares en el sistema crediticio para alentar a los bancos a prestarse.



Una mente brillante

Lippman era una especie de hombre del renacimiento de Wall Street, un conaisseur con una cocina tan grande en su loft de Manhattan que un chef italiano la usó para dar clases.

El objetivo del grupo de Lippman en esa noche del invierno del 2005 era estandardizar los títulos de deuda hipotecaria colateralizada, incluidos los que se derivaban de hipotecas de alto riesgo, allanando el terreno para su crecimiento rápido. De las firmas que participaron esa noche. el Deutsche Bank, de Lippman, es alemán, UBS tiene su sede en suiza y el resto en Nueva York.

En febrero del 2005, fondos de pensión, bancos y hedge funds poseían valores de renta fija que estaban dando retornos próximos a sus menores niveles históricos. Los títulos con calificación AAA basados en préstamos hipotecarios ofrecían rendimientos de cerca de un punto más que los bonos del Tesoro en ese momento, según Merrill.

El problema era que la mayoría de los tomadores de crédito de buen historial ya habían refinanciado sus casas a las tasas hipotecarias superbajas del 2003. Para abastecer la demanda de títulos colateralizados por hipotecas, Wall Street tenía que encontrar una nueva fuente. Los créditos que todavía quedaban eran los que se daban básicamente a tomadores "subprime", que pagaban tasas más altas porque se los consideraba de riesgo crediticio.

Los bancos querían más títulos sobre hipotecas para venderles a los clientes. Creando un instrumento "sintético", o derivado, apalancarían pequeños números de hipotecas subprime en títulos mayores. Y así podrían producir suficiente como para abastecer la demanda mundial.

Deutsche Bank solventó la comida china mientras operadores y abogados empezaban a diseñar un nuevo producto y crear lo que iba a convertirse pronto en el más candente mercado de capitales en el mundo.

Las reuniones fueron mensuales, de tres horas a partir de las cinco de la tarde. Para junio, las diferencias se habían sorteado, se había consensuado un nuevo contrato y los bancos que no habían sido originariamente de la partida habían firmado.


Via http://www.gatoencerrado.net

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